Cernícalo vulgar en el alto vuelo
El cernícalo vulgar, al que dediqué el primer de mis entradas (como no podía ser de otra forma), será quizás el primer ave con la que nos iniciaremos en el mundo de la cetrería. Esto, como ya comenté, pudiera ser un error de bulto. No está de más repetir que este pequeño halcón merece las mejores atenciones debido a lo reducido de su tamaño.
Cualquier descuido, repito de nuevo, podría suponer la perdida de nuestro amigo o su muerte. No llega a ser un ave tan delicada en su manejo como su primo el cernícalo americano, de menor porte. Aunque este último si que es un gran cazador de pequeñas presas, como aves de poco tamaño. En cualquier caso nadie debe iniciarse en este bonito mundo del adiestramiento de rapaces con el falco sparverius. Dejémoslo para manos expertas.
Como iba diciendo, pese a no ser una ave idónea para novatos, nuestro amigo el falco tinnunculus (cernicalo común o vulgar) seguro que será el elegido por muchos de vosotros como primer compañero de aventuras. Yo lo elegí, y pese a todos los obstáculos no me arrepiento de ello.
La primera decisión a tomar es si será un ave imprintada o no. Es decir, si fue criada a mano con un contacto frecuente humano o si, por el contrario, fue criado por sus alados padres. El mío no estaba imprintado, y me alegro de ello.
Los pájaros imprintados suelen ser muy chillones y el chillido del cernícalo es uno de los sonidos más desquiciantes que uno puede llegar a oír. Sin duda un pájaro criado por humanos es menos asustadizo que uno alimentado desde pequeño por sus progenitores y el riesgo de fuga será menor. También el peso de vuelo mayor. Pero aún así no lo recomiendo. Hazedme caso.
Una vez nuestro pequeño amigo haya pasado por todas las fases de adiestramiento necesarias hasta que osemos volarlo en libertad, los primeros lances serán desde el puño. Una modesta codorniz será su primera presa. Tras muchos bellos lances que nos harán disfrutar pensaremos en dar un paso más allá. Sobre todo si nuestro objetivo futuro es un halcón de mayor porte: un precioso halcón peregrino, un gerifalte, o cualquiera de sus hibridaciones. En ese caso querremos iniciarlo al alto vuelo.
El alto vuelo, como ya sabéis, consiste en cazar con el pájaro volando sobre nuestras cabezas. Se practica con diferentes tipos de halcones y las presas son otras aves como las torcaces. Nuestro pájaro nos seguirá por el campo mientras le levantamos las presas y se lanzará sobre ellas como un misil emplumado. Sin duda estos son los mas bellos lances que un cetrero puede llegar a disfrutar.
¿Cómo altanear un cernícalo vulgar?
Hacer que nuestro amigo se decida, batiendo alas y aprovechando las térmicas (corrientes de aire), a ascender en el cielo no es cosa fácil. No debemos pese a ello desesperar y renunciar al placer infinito que supone el lograrlo.
Previamente, el pájaro debe de estar introducido al señuelo de forma satisfactoria. Este será la unión de nuestro pequeño halcón con su adiestrador y la mejor forma de recuperarlo cuando perdido en la inmensidad del cielo a penas lo veamos.
El silbato sería también de gran ayuda. Si hemos conseguido que responda al sonido de este con prontitud y diligencia casi no hará falta nada más para asegurarnos su regreso.
Un equipo de radiolocalización y telemetría, dado su alto precio, quizá no esté aún al alcance del bolsillo del cetrero novato, aunque con su ayuda el riesgo de perder al pájaro sería prácticamente nulo.
Así que, con nuestro amigo introducido al señuelo y obediente a las señales sonoras que le mandamos, solo nos queda que quiera elevarse en el cielo. ¿Cómo conseguirlo?
Pues en principio parece fácil: con la ayuda de una simple cometa o un globo de helio. Muchos expertos cetreros utilizan globos de gran tamaño pero yo he utilizado simples globos de cumpleaños y me han funcionado. Una cometa de la juguetería más cercana será mas que suficiente. Cuanto más liviana mejor, ascenderá con la menor de las brisas. Como ya empezarás a imaginar el pájaro de alguna forma debe de perseguir globo o cometa en su ascenso y ¿cómo logralo? Pues sí, atándole al artilugio la cortesía: un pequeño trozo de carne. Yo solía utilizar una patita de pollito de un día. Tras mostrárselo en tierra atado a la cometa y volarla hasta la altura precisa, mi compañero ascendía raudo y veloz a por su premio.
Tras sucesivos vuelos tras globo o cometa el ave aprende a disfrutar del vuelo en las alturas y aprovechar las corrientes térmicas. Ya solo quedará el soltarle un escape cuando el pájaro nos sobrevuele para disfrutar de un lance extraordinario.