Red Tailed Hawk
El búteo de cola roja es una ave originaria de Norteamerica y con una amplía distribución a lo largo del continente. Hace años leí que incluso una pareja anidaba en Central Park, en la ciudad de Nueva york. No hay mucha literatura sobre este magnífico animal en idioma castellano, como si ocurre con con el harris o los accipíteres. Yo sólo conseguí, tras mucho buscar, "The red tailed Hawk. El gran desconocido" de Beatriz Candil. Libro escrito con una gran voluntad de acercar este pájaro a los aficionados españoles cuando aún no era muy popular. La obra, con sus defectos, nos permite al menos una aproximación a esta imponente rapaz tras los ojos de una chica que convivió durante unos años con ellas y que se documentó con bibliografía norteamericana para su elaboración. Publicado por ella misma, no se si estará aún disponible.
Como ya comenté en posts previos, o así creo, siempre me gustó leer y aprender sobre un pájaro antes de adquirirlo. Si no tienes la fortuna de conseguir información de primera mano de algún cetrero amigo, bebes de las fuentes impresas que encuentras a tu disposición. Es algo que recomiendo fervientemente.
Mi experiencia personal. primer contacto.
Tras mucho pensarlo y habiendo leído tanto bibliografía impresa como toda la información disponible en internet, y siendo consciente de todo lo que suponía en cuanto a esfuerzo y puesta a prueba de mis habilidades cetreras, y ya con la experiencia de algún tiempo manejando a mi querido y dócil harris hawk, me decido por una hembra (prima) de níveo plumaje, ojos claros y mirada iracunda y desconfiada.
Nada más llegar a casa y sacarla de su cubículo quedo absolutamente asombrado por su belleza sin igual. Esto si es un águila, pienso para mis adentros, sus tarsos emplumados y su robustez y gran tamaño así lo delatan. No tardo en comprobar el fuerte temperamento del ave. No tiene nada en común con mi amigo el parabuteo unicinctus (harris). Veo que el trabajo que queda por delante va a ser una ardua tarea que va a poner a prueba mis dotes cetreras.
Decido dejarlo en su nueva muda para que descanse el tiempo necesario. Las prisas son siempre malas consejeras y durante un tiempo sigo dedicándoles más tiempo al resto de los pajaros.
Llegado el día de comenzar con el amansamiento el nerviosismo y las dudas me persiguen. Pero no cabe otra, me lanzo a ello sin pereza. Guante en la mano y pihuelas firmemente cogidas. Como no podía ser de otra forma el ave se va calmando y comiendo de mi mano. Evito el toquetearlo mucho, ya llegará el momento de que forjemos una amistad que aventuro menos profunda que con mi torzuelo de harris.
Los días de amansamiento pasan, el pájaro se calma un poco. Llegan los primeros vuelos de una decena de metros atado a una linea que dispongo a lo largo del jardín. Todo parece ir bien, pero hay algo en la mirada del ave que no termina de darme confianza. Sé que debo de estar alerta o en cualquier momento puedo sufrir algún percance. Y no tarda en llegar.
Una bonita mañana de primavera salgo al jardín, lo tomo en mi guante y me dispongo a soltarlo con guía por última vez. Estoy más confiado de lo que debo y en un descuido acerco mi cara en demasía a sus afiladas uñas. Por escasos milímetros no pierdo un ojo. Un profundo corte con profusa hemorragia me asusta aunque la cosa no llega a mayores.
Finalmente lograré volarlo en libertad, esplendida escena que nunca olvidaré. Saldremos juntos al campo en mañanas de calor y largas caminatas, compartiremos buenos recuerdos que nunca olvidaré, aunque ha decir verdad, nunca sentí que entre los dos surgiera una relación especial. Al fin y al cabo es un animal salvaje al que hay que respetar y temer.
En posteriores entradas seguiré hablando de este magnífico pájaro no apto para principiantes pero de una belleza sin parangón.